viernes, 7 de septiembre de 2007

Turista


Hoy me pasó algo extraño, estaba esperando colectivo para ir a mi ex lugar de trabajo, hacía un calor de los mil demonios y el peso de la mochila parecía aumentar con cada segundo, en mis oídos los tarros no me dejaban escuchar nada mas. Desvíe la mirada y entonces vi en estación Mapocho conjunto de bronces (eran casi cincuenta), me saqué los audifonos y noté a lo lejos que aun seguían tocando, miré la fila del colectivo y finalmente emprendí camino a los músicos. Escuché gratamente las dos ultimas piezas de su repertorio y me alegré de haber ocupado esos minutitos en verlos pues me encanta la música en vivo.

Caminé de vuelta a la fila del colectivo ahora extrañamente renovada, y con la mochila en la espalda me sentí como una turista; en mi mente apareció la frase:

...Como una turista en mi vida.

Y me sentí bien de estar ahí, sola. Alegremente sola.
Y sí, lo destaco porque me di cuenta de que en todo este tiempo había empezado a acostumbrarme a esta soledad... no la soledad triste y gris que casi siempre parece ser; la soledad que tengo ahora más bien me llena, me enriquece y me deja ver cosas simples y hermosas, cosas que siempre estuvieron allí y que antes no podía ver... quizás por la falta de esta misma soledad.

¿Será soledad o será libertad?

Una pizca de ambas tal vez...
El punto es que, como buena turista -y recuerdo mi viaje al extranjero, cuando quería atrapar todos los momentos en una sola mirada- estoy empezando a mirar con otros ojos mis días que antes parecían tan comunes, estoy empezando a disfrutar de esta vida, de sus colores y sabores y de mi misma en este mar de sensaciones.

Creo que, en el fondo, estoy empezando a vivir para mi.

Ni