martes, 13 de diciembre de 2011

El parque de la ventana

Es muy extraño. En mi trabajo hay una pequeña ventana frente a la que hago mis experimentos. Un día, limpié los vidrios y ahora, a ratos, me distraigo con la vista. La ventana da a un pequeño parque que es propiedad del edificio que le sigue. Es como un paréntesis entre todo el concreto, lleno de árboles que van cambiando sus colores a lo largo del día, lleno de gente distinta que con el tiempo sé que es la misma; en las mañanas una señora saca a pasear su perrito, luego un abuelo se sienta en la banca a calentar sus huesos al sol. En la tarde es cuando tiene más vida, un par de médicos se sientan a fumar un cigarro, una abuela baja con su nieto y lo ve jugar en el pasto un rato, una pareja se sienta y espera el atardecer abrazados. Los camiones de mudanza van y vienen todo el tiempo.

Es extraño mirar el parque, que de a poco se ha vuelto parte de mi rutina, porque es un lugar tan bonito y, sin embargo, sé que no puedo estar ahí porque estoy aqui trabajando.
Es extraño, porque hace poco me di cuenta de que tenía muchos colores, aunque a veces, como si pasara una nube, se vuelve gris a como estaba antes con la ventana empañada.

Ni

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