Luz es la dicha de tu nombre, de tu risa de medio lado y tus ojos avellana que me gritan te amo, atrapado tras el orgullo, ese orgullo tuyo que nos separa, que me nubla la mirada. Luz son tus palabras, tu recuerdo en la mañana, la certeza de que me extrañas... y sonrío de esas cosquillas que me haces en el alma, de ese recuerdo dulce que no se marcha, de esas palabras siempre encriptadas.
Y esa luz es la primavera de mi vida, y florezco.
Pero ¿Has visto? los brotes florecen solo para morir...
Y llega la agonía otra vez, agonía de tu ausencia y tu silencio. Ese afán tuyo de ignorar lo evidente y callar lo importante, en esa agonía ya no se donde estoy, ni quien eres ni quien soy, la certeza se desvanece y mi corazón se encoge para aguantar el dolor, y todo con él se reduce. Entro en esa animación suspendida... y la primavera se va y todo vuelve a estar monocromo, monotono, porque otra vez estoy sin ti.
Y así, entre la luz y la agonía me pregunto:
¿Cual es la verdad?
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